En tiempos como estos es difícil mantener la ecuanimidad.
A dos años y pocos días de la elección que llevó a la presidencia a Andrés Manuel López Obrador tenemos una sociedad terriblemente polarizada.
Algunos piensan que estamos con un pie en el precipicio mientras que otros suponen que realmente estamos en un profundo proceso de transformación de la sociedad mexicana.
Hay muchos que no creen que López Obrador mantenga un respaldo superior al 50 por ciento de la población, como muestran algunas encuestas.
Pero, también es cierto que el porcentaje de la población que lo rechaza ha crecido de manera consistente y resulta mayor en los segmentos de los jóvenes, las mujeres y los grupos que tienen un más alto nivel de escolaridad.
Las mismas encuestas señalaban que si hoy fuera el proceso electoral del 2021, lo más probable es que Morena fuera la primera fuerza política del país y no sería difícil que obtuviera incluso la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados.
El hecho de que estemos en una circunstancia económica tan adversa como no la habíamos tenido en 90 años, por lo menos en cuanto a la caída de PIB, y que nos enfrentemos a una pandemia que no se había presentado en varias generaciones, le da otro significado a la elevada aprobación de AMLO.
Quizás hay una parte de la población que lo respaldó en 2018 y que hoy se siente frustrada pues esperaban un gobierno diferente al que se ha presentado. Sin embargo no se puede decir que el entonces candidato haya engañado. Una buena parte de los hechos de gobierno habían sido ya anunciados durante la campaña, pero mucha gente no quiso poner atención y más bien magnificaron las promesas del entonces candidato de combatir la corrupción y sacar a la gente de la pobreza.
Algunos se imaginan que los resultados que estamos viendo en este año con una caída de la economía que probablemente va a rebasar el 10 por ciento son principalmente producto de una mala política económica.
Una parte de ese saldo negativo, en efecto, deriva de una mala gestión. Pero lo sustancial es producto de la pandemia y del confinamiento. El promedio de la caída en América latina será de 9.4 por ciento. En Europa el retroceso estará sobre el 10 por ciento y en Estados Unidos rebasará el 8 por ciento.
Son muy pocos los países que pueden presumir de una gestión exitosa de la pandemia que los blinde frente al desastre económico que estamos viviendo. Quizás Taiwán, tal vez Corea del Sur, probablemente Nueva Zelanda, Pero no muchos más.
Quizás lo más grave respecto a la gestión de la pandemia sea el resultado en materia de salud. La obstinación de no realizar pruebas de carácter masivo así como tomar medidas más restrictivas, combinándolas con un apoyo más decidido a la población, quizás no iban a evitar el desplome de la economía, pero probablemente si a que fueran menos las víctimas del COVID. México hoy ya es el quinto lugar en el mundo de acuerdo con las cuestionables cifras oficiales. Si se toman en cuenta otras estimaciones, quizás estuviéramos en tercer lugar mundial en cuanto a fallecidos.
Lo más preocupante de todo, a mi parecer no será el resultado económico de este año. En sentido estricto la economía de México no caerá mucho más de lo que van a caer otras economías que han gastado mucho más para evitar el desplome. Lo que debe inquietarnos más es lo que pueda pasar en 2021 y 2022.
En el proceso de gestionar la pandemia se dió una fuerte ruptura entre el gobierno y una parte importante de los empresarios. La experiencia histórica de México nos muestra que cuando algo así ocurre podemos enfrentarnos a un periodo muy largo de estancamiento económico.
Quizás el único precedente sea la nacionalización de la banca en 1982.
A pesar de los intentos del gobierno de Miguel de la Madrid, que comenzó en diciembre de aquel año por restablecer la confianza empresarial, la crisis que siguió a la expropiación bancaria condujo a un sexenio completo de estancamiento.
La amenaza que tenemos es que en los próximos cuatro años, la economía no se recupere.
¿Cómo va a reaccionar el gobierno y en particular el presidente López Obrador ante esta circunstancia? Eso es motivo de otra preocupación, quizás incluso más seria.
El presidente tenía, en realidad tiene, un mapa de ruta que establece que los buenos resultados de su gobierno le van a mantener el respaldo a lo largo del sexenio y que en las elecciones del 2024 la fuerza política que él representa mantendrá tanto la presidencia de la República como el control del Poder Legislativo y la mayoría de los gobiernos estatales. Con ello, se piensa que será factible garantizar que las transformaciones que se han empezado a gestar se conviertan en algo permanente.
Si, como resultado de un mal desempeño económico, al final lo que se tiene es una caída aún más drástica en el respaldo al presidente y no logra tener el resultado electoral que esperaba, comenzando con las elecciones del 2021, entonces es probable que se tenga que elaborar otro mapa de ruta que podría implicar el desarrollo de un comportamiento más autoritario por parte de la actual administración
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