Alguien sabe realmente qué es la “nueva normalidad”. Francamente, lo dudo.
Lo único que conocemos es que esta nueva etapa traerá consigo una serie de cambios de los cuales tenemos apenas algunas pistas. Sólo eso.
Y, la razón por la que no tenemos idea de la “nueva normalidad” es porque este virus es realmente muy poco conocido.
Hay quien celebra que cada vez en mayor número de países la gente ya esté saliendo a la calle y la vida económica esté recuperándose poco a poco.
Un escenario es que, efectivamente, regresemos a nuestros hábitos y costumbres, y la vida social y económica se vaya pareciendo poco a poco a la que teníamos hasta los primeros meses de este año. Pero, el problema, es que todavía no sabemos que pueda pasar tras algunas semanas, menos aún después de algunos meses. No hay que olvidar que esta es la primera pandemia en la historia de la humanidad que le pega a un mundo globalizado.
Ni el A-H1N1 ni tampoco el SARS tuvieron realmente un impacto tan global.
Y se nos olvida a veces pero la historia de la humanidad se ha entretejido con las grandes epidemias y pandemias.
Son algo consustancial a la evolución de nuestra especie. Quizás nuestra soberbia nos hizo olvidar que muchas de ellas incidieron de manera determinante en la historia. Ahora, este coronavirus nos recuerda que no nos hemos desvinculado de nuestro pasado.
Es hasta cierto punto normal que no calibremos todavía la dimensión de la crisis que vivimos. Estamos cansados del confinamiento y estamos angustiados por el efecto que éste tiene sobre la actividad económica.
Estamos desesperados por salir y regresar a una “normalidad” que, aunque decimos que es nueva, en el fondo queremos que sea la misma de antes.
Pocas veces pensamos en las implicaciones profundas que en el mundo entero está teniendo esta inédita crisis sanitaria.
Ni siquiera el precedente de la llamada ‘gripe española’ de 1918, que también se difundió globalmente y causó muchos más muertos (algunos estiman que pudieron ser 100 millones), puede equipararse con el alcance de una pandemia que está ya afectando a 188 países.
Nos tomamos relativamente a la ligera la “nueva normalidad”. No sólo como sociedad sino también los gobiernos.
Pensamos que las medidas que se instrumentan serán suficientes para evitar los contagios. Difícilmente estos se detendrán.
Algunos de los escenarios que los especialistas han construido señalan que igual que pasó con la gripe española o con la influenza H1N1, no podremos escaparnos a una segunda oleada que podría ser incluso más crítica que la primera, como fue en las dos ocasiones referidas.
Hay que entender que estamos viviendo tiempos inéditos. No sabemos si algún día los vayamos a experimentar otra vez.
Pero lo cierto, es que nuestra generación jamás había pasado por este trance y sería completamente equivocado imaginar que se resolverá en términos convencionales.
Solo podremos pensar en que las cosas se parecerán un poco a las de antes en cuanto tengamos una vacuna que pueda aplicarse de manera generalizada.
Los pronósticos más optimistas señalan que la disponibilidad generalizada de una vacuna podría darse hasta bien entrado en 2021.
Así que, quizás todavía por 18 meses o más estemos instalados en esta “nueva normalidad”, que poco a poco iremos descubriendo en qué consiste y hasta qué punto nos cambiará la vida.
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